Escríbe algo importante

Escríbe algo importante

Todos podemos albergar la esperanza de que alguna novela nuestra la lleguen a leer muchísima gente, sea querida por multitudes y recordada en el futuro. No puedo saber si me pasará a mí pero a veces me pregunto cómo habrá sido para J.K.Rowling escribir la séptima entrega de Harry Potter; mientras ella trabajaba en su libro ya sabía que sus incondicionales harían cola la noche antes de su lanzamiento para ser los primeros en adquirirlo.

Hay un proyecto que probablemente tienes pendiente y que tiene un público agradecido asegurado.

A buen seguro albergas buenos recuerdos de esos momentos especiales de tu vida. Hay anécdotas que, aunque no quieres olvidar, poco a poco, el inexorable paso del tiempo se dedica a borrar sistemáticamente. Y por otro lado, lo mejor que puedes desear es vivir tanto tiempo que comience a fallar tu memoria. Pues que no se pierdan: escríbelos

Plasma en papel, con todo lujo de detalle y cariño, todo aquello que un día podrás leer para recordar quién eres.

Describir o no describir, esa es la cuestión


Describir o no describir,
esa es la cuestión


El otro día, una amiga profesora nos comentó entre risas lo sencillo que es saber si a un alumno le han regalado una caja de lápices de colores: invariablemente sus deberes se transforman en una explosión multicolor. Como el niño tiene una nueva y atractiva herramienta, no puede resistirse a utilizarla… ¡hasta para las tareas de matemáticas!

Con el ejercicio de ayer perseguíamos mejorar nuestra habilidad a la hora de plasmar descripciones. Ya tenemos nuestra nueva y atractiva “herra­mienta”; ahora deberemos aprender a utilizarla con mesura y no llenar nuestra novela de descripciones innecesarias o poco apropiadas.

Pongamos un par de ejemplos. La descripición que aparece en cada uno de los párrafos siguientes es un posible error. Luego explicaremos por qué.

(1) Se acercó un coche policía. Tenía cuatro ruedas, cada una de ellas revestidas de neúmaticos negros. Sobre el techo resplandecía una luz azul. A cada lado del vehiculo, dos puertas blancas y azules, y delante del asiento delantero izquierdo, un volante.

(2) Se acercó un coche policía. En el interior del coche la tapicería de un azul pálido, se veía desgastada; en los dos asientos delanteros lucían sendas fundas de bolitas de madera.

Las dos descripciones podrían sobrar en tu novela, pero por dos razones distintas. ¿Cuáles?

En el primer caso describo algo que el lector ya sabe: todos los coches de policía tienen cuatro ruedas, los neumáticos son negros hasta en marte. Con y sin la descripción el lector va a imaginar el vehículo de la misma forma, ergo, no aporta nada nuevo. Sin embargo, una estupenda y divertida novela de gran éxito está plagadita de descripciones de este tipo. No aportan información sobre lo que se describe, pero sí sobre el personaje principal y narrador de la obra: un alienígena inocentón que ha venido a la tierra a estudiar la cultura humana que desconoce. El recurso se utiliza para crear situaciones cómicas realmente originales.

Si no lo has leído, te lo recomiendo: “Sin noticias de Gurb” de Eduardo Mendoza. Es desternillante.

08.00 Me naturalizo en lugar denominado Diagonal-Paseo de Gracia. Soy arrollado por autobús número 17 Barceloneta-Vall d’Hebrón. Debo recuperar la cabeza, que ha salido rodando de resultas de la colisión. Operación dificultosa por la afluencia de vehículos.

08.01 Arrollado por un Opel Corsa.

08.02 Arrollado por una furgoneta de reparto.

08.03 Arrollado por un taxi.

08.04 Recupero la cabeza y la lavo en una fuente pública situada a pocos metros del lugar de la colisión. Aprovecho la oportunidad para analizar la composición del agua de la zona: hidrógeno, oxígeno y caca.

De ‘Sin noticias de Gurb’ de Eduardo Mendoza. © 1990

En el caso (2) la descripición, a priori, no parece necesaria, parece paja y ya. Es un coche policía, ¿que más me da que tenga tapicería de tela o cuero, que esté nueva o no? Lo único que importa para la historia es que las fuerzas de la ley han llegado.

Puedo pensar en dos razones para sí incluir una descripción aparentemente superflua. Primero, porque sea hermosa. Hay libros con descripciones que te has de saltar porque son verdaderos tostones, pero también existen novelas con unas descripciones tan poéticas, tan fantásticas, tan tremendas, que te las lees dos veces. Y la segunda razón la ilustro con un párrafo del final de la novela.

–No sé dónde quieres ir a parar con esas tonterías. ¡Soy tu Sargento y tus insinuaciones no me están gustando nada!
–No son insinuaciones sargento… lo supe cuando ví esas fundas en su coche.
–¿Qué tiene que ver eso con el asesinato? ¡Son unas putas fundas!
–Unas putas fundas que ocultan una mancha de sangre.
El sargento desenfundó su arma…

En resumen, acuérdate del niño con sus nuevos lápices de colores. Sólo porque hayas aprendido a cambiar de color en tu blog, NO HACE FALTA ESCRIBIR ASÍ.

Las descripciones en su justa medida son útiles, hermosas y necesarias.

Escribir, describir


Escribir, describir

Soncritores nunca ha incluido publicidad en la página, hasta hoy. No vamos a cobrar ni un céntimo por ello, pero hemos visto anunciado un producto fascinante, el “chameleon pen” y nos apetecía compartirlo con vosotros.


Es un boli que cuando lo aproximas a un objeto, detecta su color y, hasta nueva orden, escribirá con esa tonalidad exacta. ¿Os imagináis un lápiz que acercándolo a una persona, objeto o escena te redactara una fantástica y preciosa descripción?

Imposible. Escribir es un arte que requiere tiempo y práctica, leer y escribir mucho, analizar minuciosamente cada detalle y dejar volar la imaginación.

Bien, pues a practicar. Os proponemos un nuevo ejercicio. Todo pensa­miento se verbaliza: al ver un mendigo, dentro de ti dices “¡Qué triste!”; al encontrarte con un cachorro, mentalmente oyes un “Ay, qué bonito”; ves un ramo de flores en un escaparate y piensas “Vaya, ¡qué grande y precioso!, seguro que es carísimo”.

Cambia tu forma de procesar la información. Durante un largo paseo, en vez de opinar en el consabido monólogo interno, decribe lo que ves. Así, cuando te cruces con el mendigo: “El hombre lleva barba de tres días, su abrigo tiene manchas añejas y sus dientes y dedos han adquirido el color de la nicotina”. El cachorro se te acerca: “Un pequeño pastor alemán de bajas caderas que se mueve con la tierna patosidad de los bebés de todas las especies me mira interesado”. Con las flores, tres cuartos de lo mismo. No busques lo especial y sublime para describirlo, hazlo con cualquier cosa: desde un enchufe hasta el Everest pasando por todo lo que cabe entre ambos: aprovecha a tope tu clase gratuita de escritura. “Un poste de hormigón impide que los coches suban a la acera”, “Una puerta rota cerrada con cadena y candado, donde un grafiti artístico enmarca unos obscenos garabatos”, “Un papel de chicle descansa al lado de una hoja seca, su amarillo artificial y chillón como contrapunto al triste y apagado verde”.

Permítenos una advertencia final. Este ejercicio es útil, divertido pero también muy absorbente. Si durante el paseo tienes que cruzar una calle, deja de describir y presta atención al tráfico; no nos gustaría que acabaras describiendo el interior de una ambulancia.

El protagonismo de la edad

El protagonismo de la edad

Dos extraños, sentados en un banco del parque de la escuela, comparten la misma relajante actividad: ver jugar a sus nietas. Llevan un rato hablando del tiempo y cosas intrascendentes.

–Es increíble cómo pasa el tiempo; parece que fue ayer cuando venía yo como alumno y ahora traigo a mi nieta.
–Y yo a la mía. Por cierto, también estudié aquí, ¿nos conocemos?
–¿De qué año eres?
–Del ‘53 así que vine.. en el ’58, si no recuerdo mal
–¡Seguro que coincidimos! Soy del ’51, practicamente de la misma quinta.

Tirando del hilo de sus recuerdos, los hombres hablaron sin parar sobre compañeros, profesores y anécdotas de su infancia.

Mientras tanto, junto a los columpios, la conversación de las dos niñas no transcurría con tanta armonía.

–¿Cuantos años tienes?
–Cinco
–Yo tengo Seís. No hablo con las niñas de cinco. Yo ya soy mayor.

Con dos años de diferencia, los abuelos se consideran de la misma edad; pero para las niñas, un año representa una distancia insalvable (lógico: cuando se tienen cuatro, un año es una cuarta parte de tu vida).

Es un dato útil para los que escriben novela infantil o juvenil. Sobre todo, la edad de los protagonistas es crucial. A un niño de 14 años es difícil que le apetezca leer las aventuras de un mocoso de 12; no lo respeta. A una niña de 16 le costará empatizar con una heroína de 14. Y si son adultos, han de ser de lo más carismáticos: recuerda, cuando tienes 11 años crees que la gente de treinta son vejestorios.

Que tu personaje principal tenga uno o dos años más que tus lectores no es la panacea, ni una norma de obligado cumplimiento (recuerda, no existen tales normas), pero es una ayuda importante para conectar con el público objetivo.

¿Qué tal escribes?


¿Qué tal escribes?

La contestación a esta pregunta es muy subjetiva porque juegan bazas im­portantes los gustos y las preferencias personales. Lo que sí es cierto es que una novela se mueve en delicado equilibrio entre complejos factores: estilo, personajes, acciones, ritmo… por lo que, si después de escribir un capítulo, lo relees y no te convence, no necesariamente significa que esté “mal escrito”, puede que el fallo se encuentre en cualquiera de los factores arriba mencionados.

Hoy te proponemos un ejercicio pensado para que examines tu estilo, tu forma de escribir, aislándolo de otros factores cómo creación de guión y personajes.

Piensa en una de tus escenas favoritas de una novela que conozcas bien. Sin consultar tu ejemplar del libro, reescribe esa sección. Cuando acabes podrás leer en voz alta tu versión y luego la versión original.

No habrá dudas. Sabes que la escena es buena, los personajes mara­vi­llosos, el mundo bien desarrollado. Todo está muy bien, así que tú, ¿qué tal escribes?

Anti bloqueo


Anti bloqueo

Cuando se sufre el típico “bloqueo del escritor”, cuando sientes que te han abandonado las musas y no avanzas, darías lo que fuera por tener a alguien al lado que te diera una pista, una idea que te inspirara de nuevo. La perfección absoluta: un amigo que te hablara sin cesar ofreciéndote nuevas sugerencias, ideas alocadas, posibles nuevos enfoques de la trama; como es tan amigo tuyo, no se enfadará cuando rechaces sus sugerencias y seguirá pensando sin parar para ofrecerte más y más material, sin perder jamás la paciencia, a cualquier hora del día o de la noche. Y cuando acierta, cuando da en el clavo, cuando te ofrece en bandeja aquello que buscabas, te lo regala generosamente sin pedirte nada a cambio: ni coautoría, ni derechos, ni pamplinas. Desaparece y te deja escribiendo con renovados bríos.

¿Quieres un amigo así? Pues no existe. Lo sabemos porque lo hemos buscado hasta la saciedad. Pero durante la búsqueda hemos encontrado un buen sucedáneo, esta página web¿Ves la línea de botones 1, 2, 3, 4 hasta 8? Cada vez que pulsas un número te aparecerá en pantalla esa cantidad de palabras. Nombres, sustantivos, conceptos… nada de preposiciones o artículos: pura carne. Yo suelo pedir dos o tres. Una es insuficiente y a partir de cuatro es un lío. ¿Probamos?

Me sale : Músculo, fuego, salsa de tomate

Me inspira a pensar : Si se ven músculos, aquí hay algún torso desnudo, delante de una chimenea (fuego). Salsa de tomate porque están cenando. Si alguna prenda de ropa se mancha de salsa de tomate, este encuentro rómantico no se mantendrá en secreto.

Me sale : Teatro, venta

Me inspira a pensar : Mi protagonista se mete en el negocio inmo­bi­liario, piensa comprar un teatro, derribarlo y construir un feo centro comercial. Preveo la posibilidad de que conozca a actores que le enseñen otro enfoque de la vida, que el dinero no lo es todo. La ilusión y el arte suelen ir de la mano.

Me sale : Jarra, puesta del sol,anciano

Me inspira a pensar : Un viejo mirando la puesta del sol mientras disfruta de una refrescante cerveza es el personaje perfecto para conversar con nuestro protagonista para comunicarle algo importante, revelarle un secreto familiar o encargarle una misión.

Me sale : Coronación, asiento, compositor

Me inspira a pensar : El compositor para la coronación de un Rey es un músico importante. ¿Cómo introducimos ese personaje? Está en el asiento de al lado. ¿Dónde puedes conocer a alguien así? En un avión. Puedo escribir sobre un viaje, y que ese interesante hombre sea un casual compañero de viaje. Aunque eso es lo de menos: las tres palabras sólo eran el punto de partida. Ya he arrancado, mi creatividad se ha puesto en marcha y mando yo. Mi heroína conoce a un médico apuesto durante un vuelo a Nueva York. ¿Se sienta a su lado? No, será mejor que a su lado se siente un viejo aburrido y cascarrabias. Qué poco rómantico. Sin embargo durante el vuelo el anciano sufre un potente ataque de asma, acude el cirujano guaperas a ayudarle, se conocen y nace entre ellos una prometedora amistad.

Es una técnica sencilla pero la mar de inspiradora. Empieza cuando quieras o te apetezca. Cuanto más practiques, más posibilidades le verás. Y es realmente divertido. Si te animas, deja en comentarios tu “inspiración particular”.

Esto pinta bien


Esto pinta bien

A la hora de empezar a escribir una novela, hay quien se decanta por dejarse llevar por la acción sin plantearse qué pasará, y quien diseña minuciosamente el arco de la historia antes de escribir la primera línea. ¿Qué es mejor?

Bien, comparémoslo con la pintura. En este primer ejemplo, el artista juega con el lienzo, los colores, las formas y matices, de manera espontánea y directa.



En el segundo ejemplo, el pintor utiliza una técnica que consiste en pre­pintar utilizando sólo agua para que después, con un leve toque, la pintura se acomode en los caminos trazados de antemano.



Con las dos técnicas se pueden conseguir resultados espectaculares (o es­pantosos bodrios). No es mejor una que otra, lo que va a marcar la calidad final será el talento, el trabajo y la tenacidad del artista.

Pos Data

Para los que escribieron preguntando por la técnica de la pintura con agua.

El blog perfecto

El blog perfecto


Si eres escritor es más que probable que tengas un blog. El mundo editorial ha cambiado, para bien o para mal, y en lo que más se evidencia (y duele) es en el escaso presupuesto que dedican a la promoción, que suele constar tan sólo de twitter, Facebook, blogs y sorteos. La buena noticia es que, hacer un blog, no es complicado. En principio, las plantillas para su diseño están pensadas específicamente para que sea sencillo. Y la mala noticia es que, cuando por fin logras construir tu blog con la apariencia exacta que deseas, ¡zasca!, descubres que, aunque en tu ordenador funciona, en otros no. La razón es que no todos los navegadores son compatibles con todos los trucos de HTML.

Hay dos soluciones. Una es cara y da muchísimo trabajo; la otra es sencilla y absolutamente gratis.

La cara consiste en comprarte un Mac y 10 PCs, e instalar OSX en el Mac, y en los PCs Windows XP, Windows 2008, Windows Vista, Windows 7 y Windows 8, Linux, etcetera. En cada máquina tendrás que añadir varias versiones de Explorer, Chrome, Firefox. Y cada vez que hagas un cambio en la plantilla de tu blog, deberás abrirlo en todos tus ordenadores múltiples veces. Si has metido la pata, alguno fallará.

La gratuita es una página web: Browsershots.org. Ellos tienen multiples ordenadores y han automatizado el proceso. Cuando entres verás “Enter URL here”. Escribe la dirección de tu blog. A la derecha se encuentra el botón “SUBMIT”. Antes de pulsarlo debes desmarcar de la lista de abajo muchas opciones; es tan completa que hasta tienen el “Epiphany 3.6 en Linux” (tampoco tengo ni idea de lo que es). Yo sólo quiero asegurarme de que mi página no va a salir “rara” ni en Windows ni en Mac, a través de los navegadores más comunes.

Cuando hayas seleccionado tus opciones y pulses “SUBMIT” tendrás que esperar media hora, más o menos, y te mostrarán los pantallazos de cómo se ve tu blog con cada combinación sistema operativo/navegador. Pulsando en esas mini imágenes se te abrirá una versión a tamaño real. Si lo que se visualiza contiene un mensaje de error o no se ve nada, no ha fallado tu blog, ha fallado la máquina de browsershots; pide esa combinación de nuevo. Si el problema es que tus fotos solapan el texto, tus fondos no salen, la letra no es la fuente que escogiste… entonces sí, tienes un problema de incompatibilidad.

Finalmente, arriba a la derecha, la opción “sign up” (apuntarse), que sigue siendo gratis, te va a permitir pedir más pantallazos por día.

Los pilares de la venta

Los pilares de la venta

Ayer hablamos sobre el problema que puede suponer para un escritor rea­lizar cambios; cualquier cosa: tu seúdonimo, el nombre de tu blog, el título de tu novela, tu estilo o género literario. Cada elemento con el que los lectores te identifiquen se convierte en tu marca. Te poníamos dos ejemplos: Norah Roberts tiene un nombre tan conocido que cualquier cosa que escribe es un bestseller; Ken Follet es un maestro de la novela de suspense. Sin embargo, para estos dos famosos autores, violar esta norma no escrita les aportó aún más éxito.

Roberts comenzó a escribir para la editorial Silhouette después de ser rechazada por Harlequin. Más tarde, le publicó Bantam, y después Putnam. Pero como es una escritora tal prolija, Putnam tenía problemas para lanzar todas sus novelas sin solaparlas ¿Qué hizo nuestra querida Norah? Empezó a firmar la mitad de su libros como J.D.Robb. Ambas autoras consiguieron fama internacional, y cómo J.D.Robb se especializó en suspense con toques románticos, hay seguidores de una que son detractores de la otra, y viceversa.

Ken Follett llevaba décadas cosechando éxitos con sus novelas de espías de la segunda guerra mundial y de la guerra fría, cuando en 1989 le dijo a su agente que su siguiente proyecto sería una novela histórica sobre la construcción de una catedral. El agente, que por su experiencia sabía que estaba a punto de cometer un gran error, intentó convencerle de que no abandora su línea de trabajo. Follet no le escuchó y escribió su novela. No vendió como sus anteriores obras, le dio la razón a su agente y volvió a sus libros de suspense. Siete años y cuatro libros después, Los pilares de la tierra empezó a despuntar en las listas de ventas hasta rebasar a todas las que había escrito hasta ese momento. Sigue siendo un fijo en las librerías de todo el mundo, de hecho, es uno de los libros más vendidos de la historia: quince millones de ejemplares.

Sentimos mucho no exponer verdades absolutas, pero es que no existen. No hay normas estrictas para escribir un bestseller, no hay receta. Si la hubiera, con escribir aplicando la fórmula, hala, todo el mundo a vender novelas como churros. Así que nos contentamos con presentar sugerencias, ideas y, sobretodo, preguntas. ¿La respuesta correcta? La respuesta correcta es sentarse a escribir.

Estaba el señor don Gato...

Estaba el señor don Gato...

Ayer se nos ocurrió realizar un experimento que resultó ser un auténtico fiasco.

Cada día, cuando anunciamos en grupos de Facebook el nuevo artículo de Soncritores, usamos la imagen que ves como cabecera de cada post: un libro estilizado con un post-it encima. Dependiendo de la temática, pone Queremos planificar una novela, Queremos escribir una novela o Queremos publicar una novela. Y esa imagen (diseñada por Begoña Redondo Prieto) es nuestra seña de identidad.

Pero ayer nos entró la vena innovadora y decidimos llamar la atención con un cambio de imagen convencidos de que así atraeríamos a más lectores. El artículo (es posible que no lo vieras) versaba, entre otras cosas, sobre Batman, así que pensamos ilustrarlo con una foto de nuestro gato Morris, que tiene una cara muy simpática porque parece que lleva un antifaz; igualito que Batman, oyes. Pensamos que era una apuesta segura porque, además, ¿quién se podría resistir a clicar en una foto de nuestra maravillosa mascota? Pues, decidido: la pusimos junto a un link al artículo.

Tuvimos un bajón de lectores, así que repetimos aquí el link porque igual no lo leíste por nuestra mala cabeza. Es muy peligroso jugar con una imagen establecida. Si a Coca-cola le diera una loca vena creativa y, por sorpresa, cambiara el color de sus latas del rojo al amarillo canario, seguro que per­derían ventas porque muchos de sus clientes ni las verían en el súper.

No es que no se puedan hacer cambios, pero hay que hacerlos con cabeza. Por ejemplo, cuesta muchísimo que el público llegue a conocer a un autor, a diferenciarlo de otros; se consigue tras mucho trabajo… y muchas novelas. Así que, cuando se ha conseguido, si se quiere cambiar de nombre, si se quiere utilizar un seudónimo, se debe tener claro que eso significa empezar de cero. En el mundo de la novela romántica, los lectores normalmente no buscan un determinado título, buscan “uno de Nora Roberts”. La buena muchacha ha escrito más de 200 novelas y vende como promedio medio millón de ejemplares de cada. Y ocurre con otros géneros y otros autores; los libreros están acostumbrados a la pregunta “¿Tienes algún Ken Follett o algo similar?” La gente sabe que ese autor les atrapará en una aventura que no podrán dejar hasta la última página.

Piensa seriamente antes de cambiar de nombre, de estilo, de imagen, de título o género. Aunque, repetimos, no existen normas ni verdades abso­lutas al respecto. De hecho, mañana hablaremos sobre dos famosas excep­ciones: Nora Roberts y Ken Follett.

Quien tiene un amigo...

Quien tiene un amigo...

Escuché a unos chicos discutir sobre si Batman es más poderoso que Superman, si Superman ganaría en un cuerpo a cuerpo contra Spiderman, y si Spiderman sería capaz de derrotar al Capitán América; pero, entre tantas parejas de superhéroes, en ningún momento plantearon una que enfren­tara a Robin y Batman. Lo entiendo: Robin es un simple muchachito con mucha voluntad, pero poco más, está claro que no tendría nada que hacer. Pero, entonces, ¿qué pinta en el equipo del fantástico caballero oscuro? Batman es uno de los grandes, uno de los mejores, ¿tiene sentido que decida formar tándem con un débil e inmaduro ayudante que en muchas ocasiones le estorba más que le ayuda?

Evidentemente no se trata de una decisión del personaje, sino del autor. Una decisión de lo más acertada, el contrapunto perfecto. El hombre mur­cié­lago es valiente e invencible; a través de él, de su visión, es muy difícil que el lector perciba el grado de peligro en el que se puede encontrar en un momento dado. Vamos a ilustrarlo con dos versiones de una misma escena: en la primera, Batman está sólo; en la segunda, con Robin.

VERSIÓN 1
–Te tengo, Batman. Atado y desarmado, no podrás evitar que te sumerja en esta piscina infestada de tiburones. ¡Te he vencido!
–No me preocupa, Joker, seguro que algo se me ocurre y podré escapar, como siempre.

VERSIÓN 2
–Os tengo, Batman. Atados y desarmados, no podréis evitar acabar en esta piscina infestada de tiburones. ¡Te he vencido!
–Dios mío, Batman. Son tiburones de más de dos metros, ¡pueden partirnos en dos con un solo mordisco! Esta sala no tiene ventanas y la única puerta es de acero y con guardias armados al otro lado ¡Estamos perdidos!
–Tranquilízate, Robin, algo se me ocurrirá para poder escapar y salir de aquí. Joker no se saldrá con la suya.
–¡No sé cómo! Parece imposible, amigo mío.
–Déjame pensar Robin. No será fácil, pero tampoco imposible.

Los personajes “contrapunto” han dado mucho juego en la historia de la literatura: Sancho Panza, Robin, el Dr. Watson… Gracias a ellos, el autor ha expresado ciertos pensamientos, intuiciones o sentimientos que hubié­ramos percibido como poco naturales por boca o acción del protagonista. Una muy interesante técnica a tener en cuenta cuando plantees la trama de tu próxima novela.

¿Te gusta este post?

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Ayer hablamos de lo importante que es para nosotros la opinión de otros sobre lo que estamos escribiendo. Los famosos lectores de prueba. Los comentarios que los suscriptores nos dejasteis ayer, nos confirman que todos somos conscientes de esta necesidad. De acuerdo, pero, ¿cómo conseguiremos una opinión que nos sea realmente útil? Para empezar no queremos una “simple opinión”, una mascarada, un “regálame los oídos”, porque eso no nos va a servir de nada; queremos datos que podamos manejar, queremos coordenadas que nos indiquen si “vamos bien”. Primer problema: los lectores de prueba suelen ser amigos y familiares. Serán amables, nos dirán lo que queremos oír.

Como lo que queremos es información, la manera de conseguirla es formu­larles preguntas específicas y, si es posible, que no den pistas sobre la res­puesta que buscamos. Se les entrega una copia en papel impreso A5 a dos caras (no es tán difícil de realizar en casa) y cada 100 páginas se encon­trarán con un sobre que contiene tres preguntas. A continuación, un claro ejemplo de cómo NO deben ser:

1) ¿Te está gustando la novela?
2) ¿Te parece romántico el coqueteo entre Juan y Maria?
3) ¿Te emocionan las descripciones de María añorando a su amor?

Las respuestas no te ofrecerán ninguna información. Lo normal será que te contesten que sí a todo.

Y ahora, un ejemplo real:

1) En este momento de la novela, ¿crees que el hombre que contacta con ellos pertenece realmente a la mafia?
Marca respuesta
a) Ni idea b) Es posible c) No d) Sí

2) ¿Qué piensas de la camarera que les sirve en el bar?
Marca respuesta
a) No sé b) Es muy guapa c) Es muy sexy d) Es fea e) Es una buscona f) Esconde algo g) Quiere ayudarles

3) En este momento qué opinas de la personalidad de Roberto Marca respuesta
a) No sé b) Es un desalmado c) Es mala persona d) Es un incomprendido e) Es bueno f) Es el mejor

Cada pregunta debe perseguir un propósito. En la novela del ejemplo se busca confundir al lector, que primero piense una cosa y luego se de cuenta de que estaba equivocado y que es justo lo contrario: al principio está convencido de que el hombre en cuestión es de la mafia; más tarde se percata de que sólo finge que es un gangster, y por último se da cuenta de que su primera impresión era la correcta: es un mafioso como la copa de un pino. Lo que necesitamos saber es si en este momento concreto tenemos bien engañado al lector según nuestro esquema. La tercera pregunta nos servirá para saber si hemos acertado con el tono al plasmar la descripción de un personaje que evoluciona durante la trama. Primero da la impresión de ser malo malo malísimo, pero cuando concluye la novela la impresión sobre él da un giro de 180º. Si lo hemos hecho bien contestarán: c) es mala persona o d) es un incomprendido. Si contestan b) es un desalmado, no estamos consiguiendo el efecto perseguido por lo que tendremos que inyectarle algún detalle “más amable”. Si contestan que es bueno, el retoque del texto será mayor: demasiado pronto para llegar a esa conclusión.

La pregunta dos es una simple pregunta de control. La camarera sólo sale en un párrafo. No es importante. Ni se le describe. Su única función en la novela es traerles dos cafés. Si el lector de prueba contesta algo que no sea a) No sé entonces puedes empezar a dudar de la utilidad de cualquier respuesta u opinión que te dé.

Conclusión: El título de este artículo no sirve para nada.

Ojo al dato

Ojo al dato

Puedes encontrar lecciones de escritura en los lugares más inesperados. Mi lección particular de hoy ha venido de la mano de un spam en Facebook.

Tuve la desagradable sorpresa de recibir una repuesta spam a mi anuncio del post de ayer; alguien que ofrecía comida a domicilio explicando con todo lujo de detalles cómo desarrollarían un estudio nutricional y diseñ­arían un menú a mi medida. Dejaban un email y un número de móvil. El fallo en la comunicación era tan evidente que no entiendo cómo no se han dado cuenta ya: No decían en qué país se encuentra su negocio. No creo que me vayan a traer un plato de arroz con tofu y zanahorias desde la Patagonia hasta Europa.

Cuando un dato es muy cotidiano se tiende a dar por supuesto. Ellos, que lógicamente saben dónde viven, no se dan cuenta de que los demás no tenemos ni idea.

En una novela, tú, el autor, conoces todos los entresijos de la trama y decides cuándo y cómo revelas los datos al lector… pero no los olvides. Nuestra agente literaria nos relató que un autor suyo de novela policiaca, con varias obras publicadas por importantes editoriales, cometió ese fallo. Les entregó su último manuscrito, una trepidante novela de suspense; les gustó, pero al llegar al final, se dieron cuenta de que no había contado la razón del asesinato y la historia se quedaba “coja”. Cuando le llamaron para decírselo, él no se lo podía ni creer. “¡Está todo ahí!” y les contó con todo lujo de detalles las oscuras motivaciones del personaje para cometer el crimen. Porque sí, todo estaba en su mente, existía en su guión mental, pero no en el papel.

Esta es una historia con final feliz: añadió unos párrafos y la novela se publicó con éxito de crítica y público.

¿Quieres saber cómo detectar este problema en tus manuscritos? Mañana más.

Un autor de armas tomar

Un autor de armas tomar

Érase una vez un niño de familia bien, educado en un fantástico colegio privado, que tuvo bastantes problemas con sus estudios. Sus pobres padres (que en realidad eran ricos), recibían constantes quejas por sus pésimas calificaciones. Cursó tercero tres veces, cada una de ellas en una clase con los niños más torpes de la escuela. Los alumnos más destacados estudiaban griego y latín, mientras él se quedaba bajo la estricta tutela del exigente profesor de lengua. Mr Somervell sometía a sus pupilos a una rutina diaria de análisis sintáctico que consistía en el subrayado, con lápices de distintos colores, de los verbos, adverbios, adjetivos, sujeto y predicado, comple­mentos circunstanciales... A fuerza de repetir y repetir, se hizo un auténtico experto, consiguiendo un dominio perfecto de su idioma materno.

Quizás no conozcas su faceta como autor. No es extraño, se movió en otros ámbitos, muy distintos de los literarios, en los que destacó e hizo historia. Aún así, Winston Churchill ganó el premio Nobel de literatura.

Copiando ando

Copiando ando

En los últimos años del siglo diecinueve nadie habría creído que los asuntos humanos eran observados aguda y atentamente por inteligencias más desarrolladas que la del hombre y, sin embargo, tan mortales como él; que mientras los hombres se ocupaban de sus cosas eran estudiados quizá tan a fondo como el sabio estudia a través del microscopio las pasajeras criaturas que se agitan y multiplican en una…

Disculpad, me pilláis probando una técnica que me recomendó un escritor que tiene varias novelas publicadas (y por una editorial de las de “primera división”). Siguiendo su recomendación, estaba copiando un texto, picándolo en mi ordenador. Sí, como suena: escribiendo a máquina las palabras de otro. La teoría es que así te empapas de sus ritmos, de su vocabulario, de su forma de construir frases. Todavía estoy en fase de prueba. Me dijo que debería picar bastantes textos, y de una gran variedad de autores (no queremos acabar siendo el clon de nadie), así que tengo para rato. He decidido probar porque el ejercicio, me parece, tiene mucha lógica. Para aprender a cantar, aparte de escuchar y leer partituras, tienes que ponerte delante de un micrófono y cantar de verdad. Muchos cantan­tes en ciernes practican con grabaciones de sus artistas favoritos. Ni mur­muran la letra, ni tararean o silban la melodía. Cantan. Nadie dice “yo me quedo aquí escuchando a los grandes, y cuando tenga mis propias canciones y mi propia orquesta, entonces cantaré”.

Así que, a teclear.

Por cierto, el texto que estaba copiando es el principio de “La guerra de los mundos” de H.G.Wells. ¿Quién puede exponer en comentarios por qué he metido la pata hasta el fondo escogiendo un texto del todo inapropiado para este ejercicio?

Entremos en harina

Entremos en harina

Ayer cometí el error de mencionar mi famoso pan relleno de queso azul. Dos lectores han escrito pidiéndome la receta y tengo que admitir que no sé qué decirles, porque sí, alguna vez hubo una receta que yo seguía al pie de la letra, pero ya no. Después de tropecientos mil panes de queso azul ya no sigo receta alguna, lo hago a ojo… ¡y lo bordo! Ya no peso escrupu­losamente todos los ingredientes, ahora es la misma masa la que me habla, la que me pide más o menos harina; a través de su textura siento lo que necesita o lo que le sobra; nos entendemos. Es pura intuición.

En Soncritores ofrecemos algunas recetas para escribir más y mejor, pero sólo funcionarán cuando formen parte de ti, cuando hayas practicado mu­chísimas veces, cuando sea la historia la que te diga qué le falta o qué le sobra. Practiquemos con una:

Escribe un párrafo en dos partes. Primero menciona el estado anímico de un personaje; luego, describe una acción producida por esa emoción.

Ejemplo

Juan estaba nervioso. Cuando se sentó en su pupitre, le temblaban la piernas; se mordía obsesivamente las uñas sin apartar la vista del reloj.

Ahora, prescinde de la primera frase. No es necesaria.

Cuando se sentó en su pupitre, a Juan le temblaban la piernas; se mordía obsesivamente las uñas sin apartar la vista del reloj.

Si practicas suficientes veces, ya no necesitarás la receta porque habrás conseguido que sea una parte intuitiva de tu forma de escribir.

Al pan, pan...

Al pan, pan...

Mira qué pan más estupendo me salió hace un par de días; además estaba delicioso, de los mejores panes que hemos comido en casa. Así que me voy a animar y voy a soltar una frase de un engreído que tira de espaldas:

Hago el mejor pan de mi barrio; mucho mejor que el de la panadería.

Fijaos en el matiz. No he dicho que yo tenga más conocimientos ni experiencia que el panadero. Es su oficio y seguro que sabe más que yo, que sería capaz de hacer un pan mejor aún que el mío, pero las circunstancias no se lo permiten. No puede dedicarle toda una mañana a una sola barra de pan porque se ve obligado a fabricar cantidades industriales, y tiene que controlar muy bien los pesos y los materiales porque, si no es competitivo con el precio, sus clientes se pasarán a la competencia.

Yo, por lo contrario, me puedo permitir dedicarle todo el tiempo del mundo a mi exclusiva y mimada barra de pan. No soy un experto. Con algún experi­mento he fracasado estrepitosamente y ha acabado en el cubo de la basura; pero con otros, cómo mi pan relleno de queso azul, o el de nueces –que contiene mas nueces que pan–, he cosechado grandes éxitos entre amigos y familia.

Seguro que tú no te consideras el mejor novelista del mundo, pero estás en la misma circunstancia que yo con el pan. Un autor establecido y con éxito se encuentra bajo la presión de su editor, de su agente y de las expectativas de su público. Le pueden exigir, por ejemplo, un libro al año y, aunque no esté inspirado, tendrá que escribir.

Sin embargo, tú puedes tomarte tu tiempo, experimentar, escribir y reescribir para crear esa fantástica novela que nada tiene que envidiar a muchas publicadas (y seguro que es mejor que algunas de ellas). Cuando te la publiquen, triunfes y te pidan más y más, vivirás en tus carnes lo que es la presión, pero por ahora, disfruta.

Conecta los puntos

Conecta los puntos

En el artículo 'Capítulo uno' María dejó el siguiente comentario:

¿Cómo continúo escribiendo la novela? Yo soy excelente en escribir los primeros párrafos de obras magistrales, pero me quedo ahí. ¿Cómo continúo escribiendo? ¿Cómo conseguimos montar la trama? Soy la escritora que no escribe, la escritora de libros imaginarios y primeras frases de premio Nobel... ¿alguna ayuda para cambiar eso?

Buena pregunta. Creemos que no has generalizado bastante en tu descripción de lo que sí sabes hacer bien. Dices ser excelente creando primeros párrafos. Dando un paso hacia atrás para ganar perspectiva, lo que veo es que posees una facilidad innata para escribir momentos impactantes. Felicidades, no todos tenemos ese don, por lo que no nos queda otra que realizar juegos de creatividad para lograr escribir un párrafo lo suficientemente impactante con el que dar comienzo a nuestra novela… o finalizarla.

Ahí está la clave. Ya tienes tu principio perfecto; ahora, piensa en un final electrizante. Una última frase que te deje con la boca abierta, una escena que emocione al lector. Entonces sabrás desde dónde sales y hacia dónde vas. Tu novela es la ruta. Probablemente, el camino todavía te parece demasiado largo, pero no pasa nada porque, no lo olvides: eres buena creando párrafos magistrales. El siguiente paso será dividir el tiempo narrativo, que se encuentre entre el primer párrafo y el último, en unos diez trozos. Ya tienes tus capítulos. No importa gran cosa la cantidad (diez, quince…), siempre podrás ajustarlo a posteriori. Ahora, piensa en un párrafo impactante para acabar el primer capítulo. El ejercicio, a conti­nuación, es unir esos dos momentos mágicos para tener tu primer capítulo. Sigue así con los siguientes hasta completar la estructura de tu novela.

50 sombras de blog

50 sombras de blog

Hoy, con nuestro artículo cincuenta, cumplimos nuestros primeros cincuenta días de vida internauta. Aprovecharemos este evento para echar una mirada atrás.

Los cinco posts que más visitas han recibido son Capítulo uno, Halterofilia y el arte de ‘halterar’, Un buen guión, Puedes ser un escritor excepcional, y El importante papel del tamaño del papel.

¿Por qué tiene éxito un post más que otro? ¿Por qué triunfa una novela mientras que otras no hay manera que despunten?

Según nuestro punto de vista, Capítulo uno y Halterofilia son de nuestros mejores artículos; Un buen guión y Puedes ser un escritor excepcional tienen títulos con gancho, y El importante papel del tamaño del papel parece una adivinanza y, como el ser humano es tan curioso… Influyen, cómo no, otros factores; quizás se colgaron un día en que todo el mundo estaba ocioso, o tuvimos suerte con la hora de la publicación… Quién sabe.

Nuestros cinco artículos favoritos no coinciden del todo con el número de visitas: Capítulo Uno, La soledad del corredor de fondo, La sonrisa de Mona Lisa, Un fiel reflejo y Entrevista con el vampiro.

Nos encantaría que nos echaras una mano opinando al respecto. Qué te parece, ¿nuestros mejores artículos han triunfado por su contenido, o su lugar en el ranking se debe más bien al timing, a un título llamativo, o al mero capricho del destino?

Una cosa nos ha quedado clara: nos esmeraremos al escoger el título de nuestra novela.

Haciendo números

Haciendo números

Mañana, Soncritores cumplimos nuestros 50 días de vida y la publicación del artículo número 50. Habrá que celebrarlo, porque hay algo intrínseca­mente atractivo en los números redondos. En la radio se escuchan los 40 principales, ni 41 ni 39. Existen infinidad de libros con títulos como “101 ideas de cocina” y “101 playas que no te puedes perder”. Cien es el número redondo; 101 nos da a entender que esta lista es completa hasta el extremo. La película “Siete novias para siete hermanos” nos agrada estéticamente; no hubiera tenido el mismo gancho “6 chicas y 8 hombres buscando casarse”. El compositor Vivaldi creó su preciosa obra “Las cuatro estaciones”. Cinco era demasiado, tres incompleto. Nos gusta que sean cuatro piezas: Invierno, Primavera, Verano y Otoño. No habría despertado nuestro interés de la misma forma si hubiera sido una colección de cinco piezas descriptivas: Invierno, Primavera, Verano, Montaña y Calcetines. No hay cohesión, chirría, descoloca.

A veces las novelas juegan con los números de los capítulos y los títulos de las secciones para añadir un detalle más al atractivo de la obra.

El gran escritor, periodista, traductor, enigmista y presentador de televisión Màrius Serra tiene una novela titulada “Farsa” que comienza con el capítulo cero en vez de con el uno. La acción trascurre en el interior del Gran Casino de Barcelona y dedica un capítulo a cada número de la ruleta. Este es sólo un recurso de forma en un libro con un contenido de lo más interesante.

Obviamente no vas a cambiar, recortar y estropear tu relato para some­terlo a una estructura de capítulos que te parezca graciosa, divertida u ocurrente; el sentido común nos dice que eso es una barbaridad. Sin embargo, si tu novela versa sobre los pecados capitales, podría ser intere­sante estructurarla en siete capítulos.

Proponemos dos temas para sendas novelas que nos pueden dar mucho juego, por ejemplo, en la numeración de capítulos.

En 1967, durante su preparación para el lanzamiento al espacio, tres astro­nautas murieron en un incendio dentro de Apollo 1. La NASA no había pen­sado en los peligros que puede comportar llenar la cabina con oxígeno puro. Una sola chispa convirtió el aire en fuego. Se podría hacer una novela maravillosa sobre los últimos días de los tres astronautas. Piensa. ¿Cuantos capítulos podría tener? ¿Cómo los enumerarías?

Imagina una novela cuyo protagonista, un periodista, se ve obligado a escribir la sección del horóscopo en su periódico. No cree en la astrología pero, conforme avanza la historia, comienzan las casualidades. Algo extraño está pasando, sus predicciones se vuelven contra él y las personas de su entorno. Vaya misterio. ¿Cuántos capítulos podría tener? ¿Puedes pensar en títulos apropiados para cada uno de ellos?

Moviendo la novela

Moviendo la novela

Una editora me confesó que de vez en cuando, a escondidas, cuando visita una librería recoloca los libros de su editorial para que se vean más y mejor. Lo comprendo. Me encantan las estanterías que te encuentras justo delante de las escaleras en la FNAC. Allí está lo más actual, lo más vendido, los autores de éxito. Quiero ver mi novela ahí con Ken Follett y J.K.Rowling.

Dando la vuelta a la última planta imaginé la tentación que puede sufrir un autor que encuentra su libro en esas escondidas estanterías junto a los de ‘cocina’, ‘autoayuda’ o ‘literatura nacional’. ¿Se atreverá a trasladarlos, al menos un par, y ponerlos sobre del montón de ejemplares de ‘los juegos del hambre’? Total, por perder un par de ventas no creo que Suzanne Collins pase hambre, ¿verdad?

Se me ocurrió un juego mental. Escogía un tomo, leía la contraportada y lo dejaba en su sitio. Me iba a otra sección e imaginaba reescribir ese libro para que cupiera en la nueva sección.

Me quedé con ‘La comida de la familia”, y me fui directo hasta los de ciencia ficción. ¡Qué bonito!, una novela sobre un cocinero en una estación de paso intergaláctica. Da para mucho humor; los del sistema solar de la estrella Vega podrían ser alérgicos a los vegetales: veganos que sólo comen carne. Da para misterio, un asesinato. ¿Quién escondió el informe de que esa raza es alérgica a la salsa con antimateria? Da para romance; el cocinero está enamorado de una camarera, pero ¿podrá romper los prejuicios xenófobos de su pueblo y plantearse una relación con esa extraña habitante del otro extremo de la vía láctea: una humana?

Siguiente libro. Un libro sobre la crisis (hay muchos y se venden bien). Me acerco a otra sección, la de novela histórica. ¡Madre mía! Me gusta la idea. Una novela sobre una persona, o una familia, o un barrio y cómo vive la crisis, pero la crisis de 1929, o la crisis de cuando las máquinas reemplazaron a los tejedores, o la crisis que siguió a la caída del imperio Romano. Cercano y lejano a la vez.

No pondré más ejemplos, pero sí deberes. Ve a tu librería favorita y encuentra una pareja de libros que te inspiren una buena historia.

De joven iba a librerías para ver lo que quería comprar y leer. Hoy, también me sirve para ver lo que me gustaría escribir y vender.

No te pases


No te pases

La obra de teatro “5Hombres.com” fue un éxito. Estuvimos dos años en el Teatro Victoria de Barcelona, y dos años luchamos contra el mismo problema: el tiempo.

Cinco monólogos, cinco monologuistas, cada uno capaz de interactuar con el público e improvisar. ¡Cómo disfrutábamos! ¡Cómo disfrutaba el público! ¡Cómo se enfadaba la directora! Cada día la función duraba más, y ella nos decía “El tiempo ideal para el teatro es una hora y cuarto. El público está acostumbrado a esa hora y cuarto. Cuando te pasas, aunque disfruten, están inquietos”.

Tenía razón. Uno de los reclamos de nuestra compañía era el gran Santi Millán. Muchos, y sobre todo muchas, venían expresamente para ver a SU Santi. Naturalmente, como es el más mediático, salía el último y yo, que salía el primero, pude observar que los días en que nos pasamos de tiempo y Santi salía a escena más allá de los 75 minutos de rigor, la cosa bajaba. El público disfrutaba, cómo no; Santi bordaba su sección, pero el entusiasmo de otros días no hacía acto de presencia. Nuestro público estaba algo cansado.

En las novelas pasa algo similar. Si publicas con una editorial, te controlarán este tema. Entre otras cosas, porque: doble de páginas, doble de papel, doble de tinta, extra de almacenaje, de transporte y de precio de venta, encarece el producto final. Tu editor te obligará a recortar, o directamente te comunicará que no se puede publicar así. Aunque vayas directo a ebook y la longitud de la obra no repercuta de la misma forma en el coste, afectará al lector. Si tu obra es el doble de extensa de lo que le tocaría, por muy buena que sea, algunos lectores opinarán: “está bien pero se me hizo un poco pesada”.

Siempre hay excepciones, evidentemente; no hay que mutilar una obra de arte porque contenga muchas más palabras de las que suelen tener las de su género; pero son la excepción.

Investiga. ¿Cuántas palabras suele tener una novela del género al que pertenece? ¿Cuántas palabras contiene, de momento, tu proyecto? A nuestros suscritores les enviaremos una lista de novelas famosas y su longitud en palabras para que puedan comparar.

Vaya corte


Vaya corte

Para aprender a cortar el pelo, los aprendices de peluquería practican, primero con pelucas, y después ya se lanzan a cabezas humanas realizando cortes a precios reducidos para valientes voluntarios. Cuando llegan a las peluquerías ya tienen la suficiente práctica. Seguro que no te gustaría que un novato te cortara el pelo en el día de tu boda; antes de realizar un trabajo tan importante, debe poseer la experiencia necesaria.

Cuando acabes tu novela, te pondrás a editarla. Puede que sea demasiado larga y que tengas que cortar secciones; o que necesites podarle una descripción algo excesiva, o pulir frases que no fluyen como debieran. ¿Dónde aprendiste a editar? No me digas que la primera vez que haces una tarea tan delicada, va a ser con lo que es, para ti, la novela más importante del mundo.

No puede ser. Aprendamos a editar.

En internet encontrarás mucha novela gratuita de autores noveles que suben sus manuscritos para que los leamos y demos nuestra opinión. Podemos hacer mucho mas que eso. Elige una obra, o por lo menos un capítulo, y realiza las siguientes tareas de edición, sólo para practicar.

1) Corrige la ortografía.
2) Acorta el texto un 25%.
3) Suprime frases que describan emociones y reemplázalas con acciones que expresen ese estado de ánimo.
4) Busca verbos repetidos y reemplázalos con sinónimos.

Es posible que hagas una escabechina, como el estudiante de peluquería destrozando su primera peluca. No pasa nada. Sólo tú verás los cambios. Pero ten en cuenta que es la escabechina que habrías hecho con tu propia novela de no haber practicado antes.

El deporte nacional


El deporte nacional

El hombre pasó por delante de un parque donde unos niños disfrutaban jugando a la pelota. Sus risas y gritos de júbilo, lejos de alegrarle el alma, le llenaron de tristeza y casi de rabia. No obstante, decidió no decirles nada y siguió su camino. Pero al llegar a la esquina cambió de opinión, debía hablar con ellos, sacarles de su error.

–Estáis malgastando el tiempo, tirando vuestra vida por la ventana. De acuerdo, es cierto que muchos futbolistas se ganan bien la vida, incluso unos pocos llegan a ser millonarios, y entiendo que os haga ilusión intentarlo, pero… por cada futbolista que llega a la élite, otros cientos fracasan. No sólo es difícil que un club te contrate, también está el tema de encontrar un agente, y eso es casi imposible hoy en día. Dejadlo ya.

Los niños se quedaron estupefactos, ni siquiera sabían exactamente de qué les estaba hablando. Porque, aunque seguro que alguno de ellos, en alguna ocasión, se había imaginado a sí mismo como una súper estrella del fútbol, esa soleada tarde estaban todos, simplemente, disfrutando dándole patadas a un balón.

Esta historia es fruto de la imaginación, y cualquier parecido con la realidad… bla, bla, bla. Nunca hemos visto a nadie decir algo tan desalentador a unos niños o adultos que están disfrutando con la práctica de un deporte.

Sin embargo, muchas veces hemos tenido que oír la frase “malgastas el tiempo escribiendo. Déjalo ya”.

Me gusta “luego” callas porque estás como ausente

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“luego” callas
porque estás como ausente



Las redes sociales son cada vez más importantes en la promoción de libros.

No son la panacea.

Hoy aparece en la prensa una noticia sobre el batacazo de una película que triunfó en twitter antes de su estreno. Originalmente, ‘Sharknado’ se filmó para emitirse en televisión; era complicado que, con su ridícula premisa de un tornado recogiendo tiburones del mar para lanzarlos contra la población, pudiera triunfar en la gran pantalla. Pero como llegó a ser trending topic, con más tweets que ‘Juego de Tronos’ (hasta 5.000 tweets por minuto) sus creadores se hicieron muchas ilusiones.

Con este éxito rotundo nublando su entendimiento, la productora cambió de planes y la lanzó en cine. El público no acudió. No es lo mismo escribir “qué maravilla, me apetece verla” que coger el coche, ir a un cine y pagar una entrada.

De la misma forma, no te fíes cuando en la página de promoción de tu novela veas 200 “me gusta”. No son 200 ventas. La página Facebook de Lamborghini tiene 5.839.206 me gustas, y el año pasado vendieron 2.083 coches.

En otra ocasión hablaremos de estrategias efectivas para lograr buenos resultados en la venta de tu novela.