Una idea para un guión


Una idea para un guión

Tres historias de tres hombres jovenes, sin ninguna conexión aparente entre ellas. Se salta de una a otra aprovechando los cambios de capítulo.

Podría empezar narrando las experiencias de Robert en la escuela, seguir con las de John en otro colegio, y las de Edward en la otra punta de los EEUU. Sigue sin haber conexión alguna entre ellos. No se conocen.

Robert y John coinciden en el mismo instituto, se hacen amigos y, unos años más tarde se enrolan juntos en la marina. Edward estudia ingeniería en la universidad. Las tres historias acaban fusionándose cuando a Edward le asignan un trabajo en el USS West Virginia, el mismo barco donde Robert y John están sirviendo. El lector ya conoce la trayectoria de sus vidas, sus amores y desamores, sus miedos, sus frustraciones, sus metas…

Llega el 7 de diciembre de 1941, el ataque a Pearl Harbour. El USS West Virginia es alcanzado y se hunde irremediablemente, pero nuestros tres protagonistas tienen la suerte de estar en una zona donde una burbuja de aire les ayuda a sobrevivir dos largas y angustiosas semanas esperando a ser rescatados.

¿Dónde he encontrado la base para un guión tan sugerente? Os lo comenté ayer, en wikipedia. El artículo de wikipedia sobre el USS West Virginia narra en detalle el ataque a Pearl Harbour y también que al reflotar el barco encontraron un camarote-almacén con tres cadaveres y un diario que reflejaba que los tres chicos habían esperado dos semanas a un rescate que no llegó a tiempo.

Si no leiste la introduccion a este artículo que pusimos ayer, se encuentra aquí.

Tu equipo


Tu equipo

Algunos autores de bestsellers tienen, por necesidad, un pequeño equipo de personas que les hacen tareas rutinarias, el trabajo de campo. De esta forma, el autor tiene más tiempo y puede cumplir los plazos que le marca la editorial sin problemas; se ocupa exclusiva-mente de la parte creativa y literaria, porque sus colaboradores se encargarán de investigar cualquier detalle que él necesite: el nombre del hotel más lujoso de Praga, el misil más potente de la OTAN o la marca de cajas fuertes que usan los bancos en Mónaco.

¡Qué lujo!

¿Te gustaría tener un equipo ayudándote a escribir? Pero no uno pequeño, no, puestos a pedir, que sea grande, de digamos siete billo-nes de personas ¡La población mundial al completo trabajando para nosotros! Sería fantástico. Todo el mundo relatando sus vivencias, las historias más destacadas de la humanidad, ¡y que lo cuelguen en una página de Internet para que la podamos colsultar cuando nos venga en gana! No, no es imposible y no, no se nos ha ido la pinza. Ese “gran invento” ya existe. Se llama wikipedia.

Mañana elaboraremos un guión completo para una novela a partir de un solo párrafo de la wiki.

Palabras que valen mas que mil imágenes


Palabras que valen mas que mil imágenes

Mi teléfono hace mejores fotos que una cámara que tuve hace sólo 10 años. Además puedo compartir el resultado al instante. Cuando veo una puesta del sol, ¡clik! y a facebook; cuando me ponen delante un delicioso plato, ¡clik! y al instagram; cuando un niño, gatito o cachorro hace algo gracioso ¡clik! y al twitter. Es gratis, divertido e interactivo porque a veces alguien contesta con un “qué bonito” en Facebook, “qué hambre” en instagram, o… bueno para ser sincero nadie jamás ha dicho nada sobre una foto mía en Twitter.

Como lo que quiero es ser escritor se me ocurre que en vez de colgar mis fotos cada vez que veo algo digno de compartir, puedo describirlo en cualquiera de las mencionadas redes sociales. Cuando logre que alguien comente “Me ha entrado hambre” como respuesta a una descripción de una ensalada de aguacate, o que me retwiteen mi descripción del sol desapareciendo detrás de los arboles, me daré a mí mismo (eso sí, en la intimidad de mi hogar), un gran “me gusta”.

Línea directa con un agente

Línea directa con un agente


El mercado de habla inglesa es enorme y muy lucrativo, pero claro, impe­netrable. Hay más lectores, más escritores y algunos autores noveles salen de la feria de Frankfurt con avances de medio millón de dolares.

Ayer, 24 de septiembre, ocurrió algo en el ciberespacio que nos ilustró cuán diferente son estos dos mundos editoriales, el castellanoparlante y el angloparlante. Durante todo el día hubo un hashtag en twitter #MSWL donde centenares de agentes literarios dejaban descripciones del tipo de libro que están buscando ahora mismo. Cualquier autor que tuviera aca­bado un manuscrito que cumpliera los requisitos que buscaba el agente podía enviarle un email con más detalles de su libro.

Traduzco unos pocos:
#MSWL Ficción de género inteligente. Detectives brillantes, geeks, inventores/exploreadores, romance con diálogo ocurrente.

#MSWL Me encantaría un libro sobre cosas atrevidas que sólo pueden ocurrir en los suburbios

#MSWL ¿Qué tipo de universo ficticio no ha sido explorado en ninguna otra novela? Sorpréndenos!!

#MSWL: Hay mucho espacio en mi agencia para más romance contemporáneo y del período ‘regency’ (pero con mucho ‘calor’)

#MSWL para mí, novela nuevo adulto, como la peli ‘That Thing You Do’, pero protagonizada por un grupo de chicas que firman con la discográfica MOTOWN

Durante 24 horas todos los agentes que participaban en este evento virtual estaban dispuestos a saltarse sus colas de lectura de meses para buscar la novela perfecta que necesitan en este momento; entre otras cosas, para presentarla en la feria de Frankfurt el mes que viene y tener la opción de que sea SU agencia una de las que logren una firma de las que marean con tantos ceros.

No me sorprendió este último tweet de una autora.

aahhh, es medianoche y tengo que levantarme a las 6:30. #MSWL ha arruinado mi horario pero ha valido la pena

Te recomendamos un libro malo


Te recomendamos un libro malo

Los actores suelen decir que es más divertido hacer un papel de malo, es más complejo y te proporciona la gratificante satisfacción del reto con­se­gui­do. Crear un personaje malvado, que sea a la vez creíble y odiado, puede ser igual de satisfactorio para muchos novelistas.

Si estás en ello hay un libro que puede ayudarte. Personalmente no me gusta nada, me aterra la filosofía que lo sostiene. En él, Robert Greene, desgrana el paso a paso de cómo alcanzar el poder propio y cómo manipular, engañar y defenderse contra el poder ajeno. Se llama “Las 48 leyes del poder”, un auténtico bestseller y el libro de cabecera de magnates, estrellas de Hollywood y atletas.

Te doy un ejemplo. La ley 13 “Cuando pida ayuda, no apele a la compasión o a la gratitud de la gente, sino a su egoísmo”. Todas son así, prácticos recordatorios del feo mundo en que vivimos.

Si imaginas que el malvado de tu novela ha leído este tomo maquiavélico y que sigue al pie de la letra todos sus consejos, rebosará maldad por todos sus poros. Cuando aparezca en escena le pegas un repaso a la lista de las 48 leyes y escoges la más adecuada a esa situación. Resultado final: un personaje realmente turbio, manipulador y odioso.

Quedará de narices


Quedará de narices

Algunas familias chinas usan un método tradicional de lo más peculiar para recordar las historias ancestrales que pasan de generación en generación. Cuando se reúnen para narrar relatos sobre las vicisitudes del bisabuelo en la guerra, o de cómo se conocieron los tatarabuelos, mientras el narrador va deshilando la historia, va pasando pequeños cuencos con especias para que sus oyentes las vayan oliendo, para que se vayan impreganando con esos aromas. Cada historia tiene un olor asignado. Si en el futuro algún miembro de la familia olvida algún detalle, sólo tendrá que ir a su cocina y oler el bote de comino, canela o cilantro y volverán los recuerdos.

La ciencia moderna ha confirmado la eficacia del método. Nuestro olfato es parte del sistema límbico, ubicado en el cerebro muy cerca de la amígdala, la parte encargada de las emociones y de las respuestas emocionales. También tiene acceso al hipocampo, encargado de nuestra memoria. Por eso los recuerdos que nos asaltan de sopetón a través del olfato son tan intensos; porque de la mano de esos recuerdos vienen las emociones que conservamos asociadas a ellos.

La descripición de aromas, olores, de todas las sensaciones que somos capaces de percibir a través del olfato son de lo más interesantes en una novela, porque se convierten, casi por arte de magia, en la conexión más directa a las emociones del lector.

Un post con mucho sentido


Un post con mucho sentido

Para evitar que el suelo se agote, los granjeros utilizan un sistema denominado rotación de cultivos. Consiste en alternar plantas de diferentes familias y con necesidades nutritivas distintas en un mismo lugar durante ciclos sucesivos. Donde plantaron patatas el año pasado, ahora hay alfalfa; donde plantaron alfalfa, cebollas.

Hoy proponemos adaptar este sistema a la escritura de descripciones… para evitar agotar los oídos de nuestros lectores.

En el post ‘Sentando cátedra’ hablamos de la importancia que tienen los cinco sentidos en una descripción, eso sí, tratando de no saturarla hasta hacerla pesada. Para controlarnos un poquito hemos ideado una tabla donde aparecen todas las posibilidades con la que podremos, de un solo vistazo, saber cuántas veces usamos cada tipo de descripción.

Cada vez que realizamos una descripción tachamos un recuadro en la fila que representa la combinación de sentidos que hemos utilizado. Nunca se tratará de una rotación estricta, matemática; esto es arte, no ciencia. Si describo una brisa acariciando un campo de lavanda el olor y el color son imprescindibles, no hay rotación que valga. Lo que perseguimos es detectar si, sin darnos cuenta, repetimos hasta el aburrimiento algún recurso descriptivo.

Siempre hay excepciones. ¿Alguien se atreve a comentar alguna circunstancia excepcional en la que usaríamos repetidamente sólo uno de los sentidos?, ¿o una en la que debería faltar un sentido cada vez que el narrador observa una escena?

Una lectura pausada para el domingo


Una lectura pausada para el domingo

Voy a leer una novela.

Al acabar cada capítulo pararé un par de minutos y pondré por escrito tres ideas de cómo podría seguir. Si el primer capítulo cuenta cómo se conocen dos personas en un tren, escribiré 1) Accidente de tren, él la salva a ella 2) Charlan amablemente 3) Al llegar a su destino bajan al andén y los dos piden un taxi para ir al mismo castillo.

Mi idea es intentar, poco a poco, mimetizar el estilo del autor, absorber su forma de crear una trama, su estilo. ¿Cómo sabré si lo estoy consiguiendo? Fácil; cuando esté llegando al final de la novela, una de mis tres ideas deberá coincidir, más o menos, con la que el autor escribió y, las otras dos… bien, esas me las guardo para mí. Ideas frescas para mis novelas. Si no consigo adivinar las intenciones del autor tampoco pasa nada: tendré tres ideas originales para mí en lugar de dos. Todo son ventajas.

Si practico lo suficiente este ejercicio podré desterrar de mi imaginario cotidiano el típico “He llegado al final de un cápitulo y estoy bloqueado, no sé cómo seguir”, y lo podré sustituir por un más esperanzador y constructivo “Estoy empezando un nuevo capítulo y tengo que decidir cuál de mis tres ideas utilizar.”

Los límites de la novela romántica


Los límites de la novela romántica

En Soncritores hablamos mucho de la importancia de ser original, nos encanta la creatividad. Pero (siempre hay un pero) lo verdaderamente difícil es saber dónde está el límite de esas innovaciones. Hay géneros y editoriales que tienen un público que prefiere leer ficción sin demasiadas sorpresas.

La literatura romántica es un producto de consumo constante. Una lectora de Harlequin encuentra una línea que le gusta y puede leer cuatro novelas a la semana. Conoce bien sus preferencias y cuando sale a comprar el pan, de paso, se compra una novela. Le gusta el pan y quiere que sea siempre igual, puede que unas veces adornado con semillas, cereales, pero básicamente el mismo pan. Y lo mismo le ocurre con la novela.

El ejemplo de la editorial que mencionamos arriba nos lo ilustra a la perfección. En EEUU, la editorial Harlequin ha creado un apartado de instrucciones para los autores; un documento distinto para cada una de las 34 diferentes líneas editoriales que publica en inglés. Estás son las normas de una de las colecciones: Harlequin Kimani Arabesque Romance.

De 75 a 85 mil palabras.

Los personajes deben ser Afroamericanos que resuelven conflictos en sus relaciones con final feliz. Los conflictos serán problemas de confianza en el otro, de compatibilidad o versar sobre los distintos puntos de vista sobre la vida.

El héroe debe ser soltero, recién divorciado (no sirve separado), viudo o saliendo de una relación. Al principio de la novela no puede estar sexualmente o emocionalmente ligado a nadie.

Lo ideal es que no haya embarazo antes del matrimonio, en algunos casos se puede permitir pero sólo si luego se casan.

Sin aprobación previa (por la editorial) no debes escribir una novela en que los protagonistas estén casados desde el principio; tampoco se aprueba que vivan juntos como pareja.

Ambos deben ser personas de éxito, ejemplos a seguir.

Las palabrotas están prohibidas, y la profanidad suave se debe mantener al mínimo.

Si no están casados el uso de condón es obligatorio.

Uso de drogas, prohibido. Abuso de alcohol, prohibido.

No sabemos si decir que es poco creativo o si, por lo contrario, hay que usar más creatividad que nunca para crear una novela sin salirte de unos límites tan explícitos.

Distintos y perfectos


Distintos y perfectos

¿Te gusta Mafalda? A mí me encanta. Creo que Quino, su creador, es un genio. Esos comentarios tan mordazes disfrazados de inocencia infantil dan en el clavo, junto al estilo de las viñetas, perfecto para realzar el mensaje.

Hazme un favor. Mira los cuadros de 18 pintores que encontrarás en este link. El título significa “18 pinturas que no creerás que no sean fotografías”. Son alucinantes. Me encantan. Envidio la habilidad de sus creadores. Los con­sidero genios también.

¿Crees que alguien debería haberle dicho a Quino que dejara de dibujar tiras de Mafalda porque técnicamente ni se aproxima a esos artistas del hiperrealismo? Lo pregunto por si estás escribiendo una novela infantil, juvenil, o sencillamente, una novela de entretenimiento.

Menos es más


Menos es más

Debido a los problemas legales que surgen con los seguros de automóviles y los juicios por accidente, en Rusia (donde se combinan nieve y vodka componiendo el mejor cóctel para pegarte una buena nata) muchas personas tienen una cámara instalada en su coche, por si acaso. Luego, claro, cuelgan en youtube los accidentes que graban. Y parece casi una competición a ver quién cuelga la imprudencia más bestia, la escena más sangrienta o el choque más multitudinario.

Ha llegado al extremo de que ya es casi imposible colgar una grabación que supere en morbo y brutalidad a los videos ya colgados que reciben la visita de centenares de miles de curiosos.

Pero como nada es imposible, alguien lo ha conseguido. ¿Cómo? Quiero saberlo porque, de forma similar, en el mundo editorial todo se ha visto ya, y cuando sale una idea de éxito, enseguida otros la superan y la llevan a extremos. Una novela de un vampiro, luego una familia, luego una escuela de vampiros, luego un mundo distópico lleno de vampiros. ¿Qué más se puede hacer? Un futuro distópico, un futuro lejano distópico, un futuro apocalíptico, un universo distópico, muy distópico, más distópico. Lo distópico está llegando a ser un tópico.

Volvamos a Rusia. El video de ‘dashcams’ que ha superado en emoción a todos los demás es de lo más, digamos, diferente. Lo han logrado buscando justo lo contrario; una recopilación de conductores amables, de ciudadanos ejemplares, de buenas personas. Así, ha encontrado otro público, unos cinco millones de personas de momento y sigue creciendo. Veámoslo y después comentamos la última escena.



Lo mejor, para el final. Un final sutil, finísimo y hermoso. La mujer le da un beso en la boca al desconocido que la ha ayudado y se marcha. Llevo dos días pensando en lo bonito que quedó eso.

Ahora, por ejemplo, está de moda la novela erótica. Tenemos 50 sombras de lo que sea. Vale, como unas esposas y unos azotes han demostrado que impactan lo suyo, aparece otra novela también con látigo pero con latigazos más fuertes, a la que sólo puede desbancar otro libro por sus truculentas escenas de flagelación con látigos de nueve colas. Llegamos así a un punto en el que no se puede exagerar más sin matar al protagonista desangrado, o matar a tu lector de aburrimiento o asco. Y entonces llega ese beso casto entre dos desconocidos. Un momento de conexión y complicidad.

Simple perfección poética . Me lo apunto en mi libreta de 1001 cosas que pueden pasar en una novela.

Aquellas pequeñas cosas


Aquellas pequeñas cosas

El humorista Ricky Gervais es famoso tanto por ser el creador de la serie ‘The Office’ como por sus escandalosamente irreverentes chistes durante sus presentaciones en los Premios Golden Globe en Estados Unidos. Hace poco le preguntaron cómo aprendió a escribir. Contó que hasta que no cumplió los 13 ó 14 años no entendió qué es exactamente el arte de la escritura. Tenía un profesor de lengua que les ponía como tarea escribir relatos. Gervais no tenía duda alguna de que sus relatos eran los mejores y sin embargo los otros niños recibían notas de A+ B y B+ mientras a él, además de ni siquiera aprobarle, el profe le devolvía su narración con una frase escrita en rojo: ‘Demasiado melodramático. Escribe sobre lo que conoces.’ Él estaba seguro que sus relatos estaban bien, y escribía sobre lo que conocía: policías corruptos de Nueva York y aventuras espaciales, que es lo que veía en la televisión. Al final, harto de que su maestro no le diera la razón, decidió demostrarle lo equivocado que estaba. Hizo una redacción acerca de lo que conocía. Escogió lo más aburrido de su vida y lo describió con cada monótono detalle.

Lo que describió fue cómo su madre ayudaba a una vecina muy mayor. Por puro aburrimieno él la acompañó varias veces, así que pudo narrar una de esas poco emocionantes visitas. Lo contó todo, el olor a lavanda y té al entrar en la oscura casa de desvaídos colores, el aspecto deprimente del frágil cuerpo hundido siempre en la misma silla, la conversación anodina ‘¿Ha comido hoy?' 'Pues no querida,creo que no he comido hoy, no me acuerdo bien’. Para acabar de rematar su venganza y que quedara claro que la razón se decantaba de su lado, describió su sensación de abati­miento al ver el triste final que nos espera a todos.

Por fin el profesor entendería que su manera de escribir era mucho más emocionante y la realidad de la vida sólo podía inspirar redacciones aburridas y tediosas.

El joven Ricky empezó a oler el agradable aroma de la victoria cuando vio la cara de su profesor mientras repartía las redacciones a sus alumnos. Una victoria, sí, pero no la que había planeado. El maestro puso las hojas en la mesa del joven, con un flamante A+.

Rabia positiva


Rabia positiva

Me voy a inventar una historia y me gustaría que me acompañaras durante todo su recorrido. Te diré más, me gustaría también, si puede ser, que no te limites a leerla, sino que la vivas, y… más aún, que la sufras.

Imagina que presentas tu novela a un certamen litarario importante. El premio es un cheque con muchos ceros y te la va a publicar una de las editoriales más prestigiosas del mundo. Tu agente te ha animado mucho, tiene un contacto en el jurado, ¡las posibilidades de ganar son altísimas! Pero unos días antes del anuncio del fallo, te llama muy abatida y te comenta que no; gracias a su contacto se ha ente-rado de que hay otra novela que está enamorando literalmente al jurado. Lo más seguro es que sea ésta la que gane. Tu agente ha conseguido un ejemplar, “¿Quieres verlo?” Y tú, claro, te tiras en plancha a por él.

Lo que quieres hacer es triturarlo, quemarlo, borrarlo de la faz de la tierra aunque no consiguieras nada con ello… bueno, sí, desahogarte. Te decantas por algo más racional como llevártelo a casa y leerlo detenidamente. Tu rabia no te permite disfrutarlo. Subrayas con una sonrisa malévola cada fallo de ortografía, cada frase mal construida, cada uso de un adverbio largo e innecesario. En cuanto a la historia, tomas apuntes y encuentras cada contradicción de la trama, cada fleco sin explicar, cada personaje que actua de una forma que no es coherente con el relato. En dos o tres días irás a ver a tu agente para demostrarle que el manuscrito de tu rival es una porquería que jamás se debería haber presentado a un certamen literario.

Quédate con esa rabia. Es un sentimiento mezquino, feo y negativo pero lo podemos utilizar de forma positiva.

Cuando te toque repasar tu propio manuscrito, debes recordar esa sensación. Esas ganas de buscar sin misericordia cada mínimo fallo.

Amas a tu novela. Cuando la repasas no hay agresividad, dedicas más tiempo a disfrutarla, a revivir el relato, que a criticarlo con objetividad. “Qué bonita me quedó esa escena”, “Me encanta este capítulo”, “Ay, me pone los pelos de punta cada vez que leo el final.” Cállate. Eso lo tienen que decir los lectores, no tú. Si de verdad amas tu novela, destroza cada página con hachazos de boli rojo para poder mejorarla.

20 segundos para mejorar tu escritura


20 segundos para mejorar tu escritura

Un miembro del equipo de soncritores ha pasado muchos años, a la fuerza, haciendo un ejercicio que ha hecho de ella una escritora de lo más hábil. Ha trabajado de copy creativa de publicidad, sobre todo en radio.

Normalmente, la publicidad se vende en bloques de 20, 25, 30 ó 60 segundos. El cliente quiere que en esos 20 segundos se diga su número de télefono, su página web, el nombre de su empresa (dos veces si puede ser) y que se cuente las bondades de su producto.

En los medios de comunicación el tiempo es oro, así que muchas veces una cuña de radio es rechazada porque el texto no puede leerse en menos de 21 segundos (y si se puede, el locutor tendría que leer tan rápido que al final no se entendería nada). Aquí empieza el ejercicio. Decir lo mismo usando una o dos sílabas menos.

Los meros mortales nos limitamos a plasmar nuestras ideas en papel; ella está tan acostumbrada a reexpresar ideas, que cuando escribe novela, en su cabeza se plantea cada frase de varias formas diferentes para poder escoger la que tiene el ritmo más adecuado, la que mejor fluya al pronun­ciarla en voz alta.

¿Lo intentamos? Reescribe estas tres frases para que tengan una sílaba menos cada una.

En la montaña encontramos el cadáver de un ciervo.
No me interrumpen las voces en mi cabeza.
El movimiento de sus alas esparcía las hojas secas.

La segunda es quizá la más sencilla; con reemplazar ‘mi cabeza’ por ‘mi mente’ ya le hemos quitado una sílaba. Las otras dos pueden requerir una reescritura total, pero seguro que lo has logrado. Ahora quita otra sílaba. Lee en voz alta las tres versiones de cada frase. ¿Cuál suena más natural?

A muchas personas les parece sorprendente que autores de éxito admitan que trabajan ocho horas diarias en las que no escriben más de tres páginas. Después de probar este ejercicio me quito el sombrero ante cualquiera capaz de hacer tres frases al día.

A flor de piel


A flor de piel

En 1971 el compositor clásico Gavin Bryers colaboró muy activamente en un documental sobre los sin techo de Londres. Muchos de ellos, sobre todo ancianos, se ponían a cantar en cuanto les colocaban la cámara delante; unos ópera, otros baladas sentimentales, y uno de ellos, de los pocos que no bebía, les cantó una canción religiosa.

A Bryers le impactó escuchar la grabación del tema de este anciano. Se dio cuenta de que afinaba, de que era posible añadirle acompañamiento, y que la frase que cantaba tenía un ritmo obsesivo e hipnotizante si se repetía. En su estudio trabajó en esta canción creando un bucle continuo de cinta y lo dejó sonando mientras fue a por un café. Al volver encontró que el estudio, normalmente un lugar bullicioso, estaba lleno de gente que escuchaban en silencio. Algunos en pie visiblemente emocionados, otros sentados en el suelo llorando.

Sabía que era especial, pero ver aquello, la reacción de la gente, es lo que confirmó a Bryers que lo que tenía entre manos tenía el poder de tocar el alma de las personas. No se lo pensó dos veces, contrató a una orquesta que acompañara y vistiera esa extraña belleza sonora. El resultado final es soberbio; un tema precioso, delicado, triste. Y triste en el más amplio sentido de la palabra porque, cuando fueron magnetófono en mano a mostrarle al anciano la canción que gracias a él habían grabado, les dieron la noticia de que había fallecido. Es duro vivir en la calle.



Cuando alguna anécdota logra erizar la piel y que se abran las compuertas de los lagrimales, analiza lo que tienes entre manos. ¿Por qué les ha afectado? ¿Puedes narrar esa anecdóta, adaptarla, destilar su esencia e incluirla en tu novela?

Es una forma de hablar


Es una forma de hablar

Era un tio ¿sabes?, de esos que habla ¿sabes, no? Que dice mucho, mucho lo de to’ guapo, ¿sabes? No había leído un libro en to’ su vida ¿sabes? Ni en la escuela ¿sabes? Po’ que, yo que sé , es que ¿sabes, no? No le gustaba ¿sabes?

Te lo podrás creer o no pero conocemos a una persona que habla así. Poquito vocabulario, mucha muletilla, medias palabras, construcciones básicas…En la vida real hay muchas y variadas maneras de hablar. Por eso, cuando leemos una novela en la que todo el mundo se expresa exactamente igual, la sensación es de poco realismo (a no ser que sólo tenga dos personajes y los dos sean científicos de la NASA o algo por el estilo).

Pero si tu novela es coral, con riqueza de personajes, intenta mantener esa riqueza diferenciando su manera de expresarse. Un sistema que funciona para tener este tema controlado es crear una ficha para cada uno de ellos. Especifica detalles de su vocabulario, de su sintaxis, modismos y demás y lograrás un perfil muy definido.

Juan: suele decir “bueno, resumiendo”, “más que nada”, “uffff, pues…”
Roberto: se apoya constantemente en la muletilla “¿no?”

Para una primera práctica sobre seguro, realiza las fichas de dos personas que conozcas bien. Utiliza tu memoria auditiva o dedica unos días a obser­varlos y toma las notas que precises. En cuanto tengas suficiente material, escribe un diálogo imaginario entre ellos. Enséñaselo a alguien que también les conozca. Si lo has hecho bien debería reconocerles y soltarte un “Ja, ja, son mamá y el tío Paco, ¿a que sí?”

Y ahora, son comodines


Y ahora, son comodines

A los entrenadores de futbol les gusta utilizar una técnica de per­fec­cion­amiento del arte del balompié que consiste en hacer partidillos de entre­namiento en los que no se permite usar el pie dominante. Para la mayoría de los jugadores eso significa que sólo pueden tocar el balón con su pie izquierdo.

Obviamente en un partido de verdad usarán el pie que más convenga en cada momento, pero gracias a su entrenamiento habrán dejado de ser tan dependientes de su pie favorito.

La versión para escritores de este ejercicio podría ser dedicar un día a escribir sin utilizar nuestros verbos comodín: ser y estar. No es tan difícil.

Juan estaba tumbado en la cama con resaca.
Juan yacía en la cama, jurando en voz baja su renuncia al alcohol.

María estaba nerviosa, estaba pensando en su padre.
María se mordía las uñas mientras sus lagrimas resbalaban aterrizando, saladas, en la foto de su padre.

Juan era militar, era el oficial de mayor rango de la base.
Juan entró luciendo el uniforme de su alto rango y ladrando órdenes con voz segura.

Toledo es una ciudad con mucha historia. Es bonita y sus monumentos están bien conservados.
La belleza del Toledo histórico transporta al visitante. Los monumentos y calles estrechas conservan el ambiente del medievo español.

Obviamente cuando escribes tu novela no existe palabra alguna que tengas que considerar prohibida, pero gracias a este ejercicio explorarás nuevas formas de expresión.

Impacto súbito


Impacto súbito

En un libro de aventuras es muy importante el ritmo. Si en una reseña usan palabras como ágil, trepidante, y vertiginoso, la cosa promete.

Me ha faltado un adjetivo: impactante. No es lo mismo porque no es tanto producto del ritmo como los que he mencionado arriba. Te puedo dar ejemplos de acciones tan rápidas como aburridas (y son muy rápidas): las que provocan una máquina de coser, una batidora, la rueda de un alfarero. Todas ellas comparten una celeridad sorprendente pero, hombre, impactantes lo que se dice impactantes… pues va a ser que no.

Una de las técnicas que más ayudan a crear esa sensación de impacto son los cambios de ritmo. Mira este anuncio. Es lento, más de lo normal, hasta que llega el momento de… en fin, es tan bueno que sería una lástima poner spoilers.



¿Has visto el momento del impacto? Es sólo un instante, un cambio de cámara lenta a velocidad normal, pero el contraste es suficiente para ponerte los pelos de punta y un nudo en la garganta.

Ese es el truco. Cambia el ritmo. Utiliza frases cortas. Evita comas. Funciona. Es chocante. Afecta al lector. Produce inmediatez. No es difícil. Úsalo poco. Escoge tu momento.

¿Debes maquetar?


¿Debes maquetar?

Qué bonito queda un texto cuando está bien maquetado. La línea recta a izquierda y derecha. La mancha de cada párrafo homogénea, sin calles ni espacios poco uniformes, con el fin de que el texto se lea más cómodamente. Para lograrlo los maquetadores de las editoriales pasan muchas horas partiendo de un texto limpio y “dándole forma”. Si en una línea queda demasiado espacio por pasar una palabra a la siguiente línea, pueden dividir esa palabra respetando las sílabas. Intentan que no haya más de tres divisiones silábicas en líneas contiguas, que no quede sólo una palabra en la línea final de un párrafo, o que dos líneas acaben con la misma palabra; esos detalles afean el aspecto general. No pueden alterar tu texto pero sí el espacio entre letras y el espacio entre palabras en el mismo. También intentan, por ejemplo, no dividir dis-puta, vín-culo por razones obvias.

Este es un ejemplo de los sutiles aunque muy útiles cambios que se consiguen manipulando el espaciado.

Cambiando el espacio entre letras
Cambiando el espacio entre letras
Cambiando el espacio entre letras
Cambiando el espacio entre letras
Cambiando el espacio entre letras

Alterando espacio entre las palabras, entran
Alterando espacio entre las palabras, entran

División por sílabas también ayuda a homogeneizar

División por sílabas también ayuda a homogeneizar

División por sílabas también ayuda a homoge­neizar
Si utilizas Word para escribir, el programa te permite justificar, dividir por sílabas automáticamente, o marcar una línea y cambiar el espacio entre letra y letra si accedes a las opciones avanzadas del menú fuente.

Conclusión: lo puedes hacer. Pero la pregunta clave es: ¿debes? Piénsalo, porque es mucho trabajo y lo mismo no es necesario.

1) Si te publica una editorial en papel, un maquetador profesional se encargará. No maquetes.
2) Si publicas para ebook, la programación hará que cada vez que el lector cambie el tamaño de Font, el texto se maquete de nuevo de forma automática. No maquetes.
3) Si piensas publicar tu libro en papel sin editorial entonces sí, te toca maquetar.

Aliados impagables


Aliados impagables

Si le has dado tu manuscrito a alguien para que opine, escucha sus críticas.

Tenemos una tendencia brutal a justificarnos: “Ya sé que ese capítulo te parece lento pero la verdad es que…”, “Te cansa esta descripicón que te parece demasiado larga, pero es necesaria porque…”, “Dices que faltan detalles pero en realidad…”.

Si me pongo muy ciéntifico, te puedo decir que la única verdad-verdadera es que tu manuscrito es un montón de manchas de tinta negra sobre fondo blanco. El resto son las percepciones del lector, y tú necesitas conocerlas; por lo tanto, deja que te las diga. Es difícil que una editorial te pida que mejores tu manuscrito; si le ve pegas, lo fácil es que la rechace y punto. Sin embargo, tu lector de prueba estará encantado en hacer ese trabajo y ayudarte a encontrar esos detalles que deberás rescribir para mejorarlo… si se lo permites, claro.

Desayuno con diamantes (en bruto)


Desayuno con diamantes (en bruto)

Estaba desayunando en una cafetería y en la mesa de al lado un hombre y su hija mantenían una animada conversación. No pude evitar prestar atención cuando oí la palabra “escritora”.

–Es un libro alucinante, Papá: una chica del futuro tiene que pelear a muerte en unos juegos brutales que te ponen los pelos de punta.
–¿Tanto te ha gustado?
–¡Muchísimo! Cuando lo acabé pensé, jo, me gustaría ser escritora.
–Pues con las notas que sacas, ni lo sueñes. Piensa en algo más realista, cariño. No te veo de novelista famosa. ¡Qué tonterías dices, hija!

En ese momento, la adolescente recibió un mensaje y dijo que tenía que irse. Le dio un beso a su padre y salio del local. Decidí entablar conversación con el hombre.

–Vaya con los hijos, ¿eh? ¡Escritora, nada menos!
–Ya ves, tonterías de cría. Yo esos pájaros se los quito pronto de la cabeza.
–Ya… vamos, como si un camionero viera una película impresionante y decidiera abandonar su trabajo para dedicarse al cine.
–Exacto, veo que me entiendes.
–Bueno, te entiendo, pero ¿me permites contarte un caso real?
–Cuenta.
–Cuando se estrenó La Guerra de las Galaxias un camionero la vió y le inspiró lo suficiente como para dejar su trabajo y dedicarse al cine. Hizo un corto, alquilando todo el equipo. Sabía tan poco que se tiró casi un día entero sólo intentando entender cómo funcionaba la cámara.
–¡Ja, ja, qué loco!, ¡vaya fracaso! Se lo contaré a mi hija.
–Ya que se lo quieres contar, te digo el nombre del “fracasado” para que lo hagas con todos los datos: James Cameron.
–No me suena.
–El director de Titanic, Terminator, Alien, Mentiras Arriesgadas y Avatar.
–Vaya, no vi Avatar pero me haría ilusión.
–No me quiero meter donde no me llaman, pero tu hija también tiene ilusiones, y mucho más ambiciosas: no se limita a querer ver Avatar, quiere escribirlo. Puede que no consiga que la publiquen o puede que sí. Lo que es seguro es que aprenderá a ser más creativa, a dominar mejor nuestro impresionante código del lenguaje y se empapará de cultura mientras disfruta. Es posible que hasta descubra quién es James Cameron sin que se lo diga un desconocido en una cafetería.

El hombre no me dijo nada, sólo me sonrió y me tendió la mano. Pocas veces en mi vida me he sentido tan bien.

Escribir para jóvenes


Escribir para jóvenes

Hay dos formas de hablar con niños.

Algunas personas creen que bajar a su nivel es usar una voz infantil y palabras tontorronas: “Cuchi cuchi, cuidado con el guau-guau que te puede hacer ñam ñam”. Sin embargo, las que aciertan son las que consiguen ponerse a su nivel de verdad; se agachan, se colocan a su altura para poder mirarles a la cara y hablan con ellos de persona a persona, con un vocabulario claro y sencillo para asegurarse que les entienden bien: “Mira, Pablo, sé que quieres jugar con el perrito. Yo también, ¡me encanta!, pero si tiene miedo puede morderte sin darse cuenta. ¿Quieres que te muestre cómo tocarle sin asustarle y ser su amigo?”

Cuando escribimos libros para niños o adolescentes nos esforzaremos por adaptar nuestro vocabulario a ese público objetivo, pero teniendo muy en cuenta que adaptar el nivel no implica escribir peor o esforzarse menos. Mira este video y seguimos.



El spot es un claro ejemplo de adaptación inteligente. Todos se sientan en sillas de ruedas para estar en igualdad de condiciones que su amigo, eso es todo. Juegan a tope, lo dan todo en la cancha, luchan, pelean, viven el partido. Cuando escribimos para jóvenes, debemos hacer lo mismo. Mimetizarnos con su código de lenguaje, dedidir qué palabras y temas obviar para no romper ese equilibiro y que la trama no se vea afectada jamás. Así lo damos todo, lo vivimos de la forma más auténtica y escribiremos la mejor novelas que seamos capaces de narrar.

No bajes el nivel; adáptate.

Por derecho propio

Por derecho propio

En un artículo de un periódico británico el autor Blake Morrison narraba los problemas que tuvo con su novela “South of the River” a la hora de pagar derechos de autor por unas canciones que menciona en la misma. Resulta que en su libro, hacia el final, durante una fiesta los asistentes se ponen a cantar temas bastante conocidos. Para evitar problemas de copyright el autor citó unicamente una pocas palabras de cada letra. Pues, ni así. Una frase de “Jumpin’ Jack Flash” de los Rolling Stones le costó £500; seis palabras de "You've Lost that Lovin' Feelin'" de Righteous brothers, £300. En total la fiesta “virtual” le salió por £4.400… ¡¡ que tuvo que pagar el autor de su bolsillo “material”!!

Se nos pusieron los pelos de punta y convocamos una reunión urgente. “¡Tenemos tres citas de canciones en nuestro proyecto!”. “Ya”. “Pues las novelas de Moccia están a reventar de letras enteritas y no pasa nada”. “Igual es que ha pagado derechos”. “¿Será diferente la ley de derechos en Italia”. “No lo sé”. “Yo tampoco”.

Al final decidimos cortar por lo sano. Una de las letras es casi imprescindible para la trama, así que compusimos nuestra propia canción (tenemos la suerte de contar con un compositor en Soncritores). No estamos seguros de cómo funciona el tema derechos, pero si toca pagarlos, nos los pagaremos a nosotros mismos. Mola. Y si tenemos la potra de que J.J.Abrams haga la película, ¡nos forramos con la banda sonora!

De ilusión también se vive.

La primera persona

La primera persona

Hoy os proponemos un ejercicio sencillo pero tremendamente útil. Puede que, realizándolo, te de la sensación de que has vuelto al cole; venga, ánimo, ten paciencia y hazlo. Dentro de 12 horas colgaremos el final del artículo y te alegrarás de haberlo realizado. Pasa el siguiente párrafo de primera a tercera persona reajustando cuando el texto lo requiera. Repásalo bien porque el "recorto, pego y coloreo" induce a múltiples errores como faltas de ortografía y fallos de picado.

Nunca he sido consciente de mis propios fallos. Mis padres me decían “Puedes hacer todo lo que te propongas”, y yo me lo creía. Tú has vivido mi enfermedad y mi tiempo en el psiquiátrico; no creas que no me doy cuenta pero mi hermano me dijo algo acerca de ti que ha cambiado mi punto de vista. Ahora me levantaré, saldré por esa puerta y nunca volveré. Si quieres saber mis razones, habla con mi hermano, por algo es tu cuñado."


El resultado en 12 horas..., ¿te lo vas a perder?

12 horas más tarde

El párrafo que pusimos de ejemplo era difícil de pasar de primera a tercera persona. La tarea complicada y muy pesada. Os hemos animado adrede para ver si lo hacías pero sospechamos que muchos de vosotros os habréis rajado, y lo entendemos. Era un ejercicio de lo más tostón, un tiempo que preferirías emplear para otra cosa.

Esa es ni más ni menos la lección de hoy: piensa seriamente cómo enfocar tu novela y si la quieres escribir en primera o tercera persona. A posteriori siempre lo podrás cambiar; se puede hacer, claro que sí, pero seguro que es un trabajazo que preferirás evitar.

Repartiendo

Repartiendo

Es posible tener una visión, una idea, algo que quieres comunicar y en vez de explicarlo de forma explícita en alguna escena de tu libro, repartir ese concepto en varios detalles; un poco en cada página. Si lo haces hábilmente el lector llegará a percibir tu mensaje secreto, compartir tu sentimiento, opinar lo mismo que tú pero creyendo que la opinión es suya propia, que ha llegado a esa conclusión por méritos propios. Pasa de ser lector pasivo a lector activo.

Es un poco cómo lo que ocurre en este video…



...pero con palabras.

Internet no es dominio público

Internet no es dominio público

Durante la segunda temporada de la obra de teatro “5Hombres.com” en Barcelona, la directora de “El Club de la Comedia” vino desde Madrid para ver qué tal nos iba. Es que los actores cómicos tendemos a improvisar y, a lo largo de los meses, conseguimos que la obra se convierta en otra totalmente diferente. Reconozco que yo recibía una llamada casi semanal prohibiéndome algún nuevo gag.

La directora aprovechó el viaje para asistir a otra obra de monólogos donde Anna Barrachina, la esposa de José Corbacho que estaba en 5Hombres, tenía un papel. Después de la función pidió una reunión con el autor de la obra. Resulta que una larga sección de la obra era un guión de “El Club de la Comedia” copiado palabra por palabra. El dramatúrgo dijo que no lo sabía, que lo había visto en internet sin autoría, le había gustado y lo había incorporado en su obra.

¿Cómo puede ser eso? Pues muy fácil. Hay gente que cuelgan citas en su blog sin nombrar el autor. No significa que no tenga autoría, tampoco que no haya derechos que pagar. Mira:

Ya no sé por qué escribo: ayer murió Theresa, y tal vez pronto la acompañe. Hoy no hemos comido nada. Lo que consigo en el scriptorium apenas nos alcanza. Todo está desierto. La ciudad se muere.


Bonito párrafo. Aunque yo tuviera el morro de no mencionar al autor, lo tiene, Antonio Garrido; agencia literaria, Carmen Balcells; editorial, Ediciones B y docenas de otras por todo el mundo. ¿Por qué puedo colgarlo así sin que pase nada? Porque lo utilizo para ilustrar un punto y he citado su procedencia. Si no lo hubiera hecho no sería correcto, aunque posiblemente el autor no llegaría a enterarse jamás y si lo hiciera, lo más probable es que no se tomara la molestia de contratar a un carísimo abogado porque con esto no estoy ganando dinero y no le podría compensar económicamente. La cosa cambia si TÚ copias esa frase por que creas que, al estar en internet, pertenece al dominio público y tienes derecho a ello. Y si para rematar la incluyes en la novela que estás escribiendo, la publicas y tienes la potra de que venda bien, te van a pillar y entonces sí que los abogados irán a por todas y acabarás pagando lo que has ganado, o más.

Sé original.

Internet es dominio público

Internet es dominio público

Facebook, Twitter y Whatsapp están llenos de frases ingeniosas. Se comparten y se retwitean sin descanso, luego alguien las traduce a otro idioma, les adjunta la foto de un gato o de una puesta de sol y… ¡siguiente!

Cuando se te ocurre algo gracioso tienes la opción de colgarlo en internet, legalmente los derechos de autor son tuyos en el momento de crear la frase (que te cueste una fortuna hacer algo al respeto es otro tema). Lo ineludible es que si tu frase es buena, correrá como la pólvora, tu círulo de amigos opinará “qué bonito; lo comparto” y en tres días tu ingeniosa idea pasará a ser “una de esas frases que lees en internet”.

Si en algún momento necesitaras o te gustaría añadirla a la novela que estás escribiendo, aunque tú seas el autor de la frase, todo el mundo pensará que eres poco original y que copias chistes de internet.

Resístete a la tentación. Guarda tus mejores ocurrencias en una libreta; internet es de dominio público.

Una historia bien construida

Una historia bien construida

Mira este video. Te gustará y sorprenderá.



¿A que hemos acertado? Creemos que sí, porque son varios los factores que contribuyen a que el espectador esté pendiente del desenlace. Por supue­sto son detalles que ocurren por absoluto azar, pero nos han interesado lo suficiente para tomar nota de ellos, seguros de que nos serán útiles cuando escribamos.

Primero, el título. Dado que el video es sorprendente, el título es ideal. No desvela absolutamente nada (a no ser que sepas chino). Conclusión: no conseguirás sorprender a tu lector con un capítulo que se entitule “7. Juan es atropellado por un tractor”.

Segundo, la ambientación. Cielo gris; excelente. Lloviendo; perfecto. Nuestro subconsciente se encuentra en máxima alerta: los accidentes de tráfico son muy comúnes en estas condiciones.

Tercero, el punto de vista. Vale, no lo planearon así, pero una grabación desde el interior de un coche logra despertar cierta ansiedad y angustia: No sabes si el que graba va a presenciar un accidente o a sufrirlo. Y la colocación de la cámara aviva la visión de las gotas de lluvia resbalando por el cristal acompasada con el hipnotizante movimiento del limpiaparabrisas.

Cuarto, combinación de elementos exóticos con otros muy cotidianos. El coche pasa por delante de un McDonalds. Su conocido logo, esa enorme M, forma parte de nuestro paisaje habitual. Podría estar sucediendo al lado de casa, podríamos ser nosotros los que vamos en ese vehículo. Pero, bajo la M, caracteres orientales nos dicen algo muy distinto. Estamos en otro lugar. ¿Quiere decir eso que nos van a mostrar algo sorprendente, algo que no solemos ver en nuestro país?

Quinto, la duración. Youtube te muestra el tiempo total: sólo 70 segundos, típico de un video impactante. Si fuera de 20 minutos mucha gente no se molestaría en verlo entero. Y eso que veinte minutos no es mucho tiempo; un episodio de cualquier serie dura 60 minutos (dos horas si incluyes los anuncios) pero lo importante es lo que el espectador espera de un video rápido y sorprendente. Ya hablamos de eso en este post.

Sexto, un final apropiado. Están a punto de morir aplastados, pero la tragedia finalmente se evita. Si llega a verse un cadáver en primer plano podríamos herir la sensibilidad de algunos lectores y nos hubiéramos planteado buscar otro vídeo.