Aquellas pequeñas cosas


Aquellas pequeñas cosas

El humorista Ricky Gervais es famoso tanto por ser el creador de la serie ‘The Office’ como por sus escandalosamente irreverentes chistes durante sus presentaciones en los Premios Golden Globe en Estados Unidos. Hace poco le preguntaron cómo aprendió a escribir. Contó que hasta que no cumplió los 13 ó 14 años no entendió qué es exactamente el arte de la escritura. Tenía un profesor de lengua que les ponía como tarea escribir relatos. Gervais no tenía duda alguna de que sus relatos eran los mejores y sin embargo los otros niños recibían notas de A+ B y B+ mientras a él, además de ni siquiera aprobarle, el profe le devolvía su narración con una frase escrita en rojo: ‘Demasiado melodramático. Escribe sobre lo que conoces.’ Él estaba seguro que sus relatos estaban bien, y escribía sobre lo que conocía: policías corruptos de Nueva York y aventuras espaciales, que es lo que veía en la televisión. Al final, harto de que su maestro no le diera la razón, decidió demostrarle lo equivocado que estaba. Hizo una redacción acerca de lo que conocía. Escogió lo más aburrido de su vida y lo describió con cada monótono detalle.

Lo que describió fue cómo su madre ayudaba a una vecina muy mayor. Por puro aburrimieno él la acompañó varias veces, así que pudo narrar una de esas poco emocionantes visitas. Lo contó todo, el olor a lavanda y té al entrar en la oscura casa de desvaídos colores, el aspecto deprimente del frágil cuerpo hundido siempre en la misma silla, la conversación anodina ‘¿Ha comido hoy?' 'Pues no querida,creo que no he comido hoy, no me acuerdo bien’. Para acabar de rematar su venganza y que quedara claro que la razón se decantaba de su lado, describió su sensación de abati­miento al ver el triste final que nos espera a todos.

Por fin el profesor entendería que su manera de escribir era mucho más emocionante y la realidad de la vida sólo podía inspirar redacciones aburridas y tediosas.

El joven Ricky empezó a oler el agradable aroma de la victoria cuando vio la cara de su profesor mientras repartía las redacciones a sus alumnos. Una victoria, sí, pero no la que había planeado. El maestro puso las hojas en la mesa del joven, con un flamante A+.

2 comentarios :

  1. Oh, la dulce venganza japonesa. Es delicioso hacerle algo así a quien piensa que no das la talla.
    Por otro lado, cuento los relatos de "vida cotidiana" que me atraen con una sola mano. Y sobren muchos dedos. A menos que sea el relato de una persona en otro tiempo o lugar, ni siquiera lo miro. Tengo suficiente de realidad y vida cotidiana todos los días.

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  2. Concuerdo contigo, Laura, vivimos a diario con la "realidad", para más encima buscarla entre los libros. Pero es bueno dar en la cara a quienes te dicen que no lo puedes hacer... :)

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